sábado, 19 de junio de 2010

SUCEDIÓ EN EL CONSULADO

Mi Esposa Cristy y yo, cumpliendo con una recomendación, acudimos al Consulado de México localizado en un punto determinado de la ciudad de Houston. Se trataba de tramitar nuestra Matrícula Consular que nos debía ser muy útil como mexicanos residentes en el extranjero.


Nos habilitamos de cuantos documentos nos pudieran pedir y salimos muy tempranito a buscar el Consulado. Llegamos alrededor de las ocho de la mañana y después de deshacernos del auto llegamos a la entrada en donde el policía nos dijo que a las siete comenzaron a entrar los integrantes de una cola de ciento y pico de cristianos y que para las siete y quince se habían agotado los pases.

Después de sufrir esa contrariedad y convencernos que para tener acceso debíamos llegar al edificio antes de las seis de la mañana para lo cual tendríamos que salir de casa pasadas las cinco de la mañana, se me ocurrió decirle al policía: 

Oiga poli, con quién podré hablar para que nos ayude porque mi esposa está muy enferma y para nosotros es imposible llegar mas temprano?

Lúnico que le puede apoyar es el Cósul Balderas ques el questá en la ventanilla delorilla derecha.

Y dando por entendido que me estaba permitiendo pasar, pasamos ante el sorprendido policía. La sala de espera era un verdadero salón amueblado con bancas corridas. Podría pensarse que era un templo. Sobre las bancas la gente se iba arrastrando de nalgas a medida de que se iban desocupando lentamente los lugares.

Nosotros nos aproximamos a la ventanilla donde estaba atendiendo el Cónsul Arturo Balderas Rodríguez en espera de que terminara de atender a una persona. Se comenzó a oir el típico “a la cola” pero nosotros no hicimos caso.

Cuando el Cónsul terminó con esa persona y llamó al siguiente según el turno, yo me acerqué diciéndole: Señor Consul, ésta es la tercera vez que intentamos y no logramos conseguir el pase, venimos desde muy lejos y mi esposa esta muy enferma, nos podría ayudar?

El Cónsul se quitó los de ver de cerca, me checo y checo a Cristy, tomó dos tarjetas impresas, les estampó su inicial y me dijo:

Aquí están sus pases pero tendrán que aguardar a que les toque su turno, tendrán que esperar hasta el final. Lo siento.

Le di las gracias y nos acomodamos por allá hasta el fondo en los últimos lugares. Una vez situados, comenzó el aburrimiento. Sentí el deseo de dibujar, no tenía papel para comenzar a mover el lápiz,  pero en el mismo folder en que llevaba mis papeles comencé a dibujar un paisaje imaginario.

Se trataba de una casita de campo a la orilla de un supuesto lago. En su pequeño y rústico muelle amarrada una lanchita de las llamadas “bote”. La orilla plena de vegetación, alrededor de la casita frondosos árboles, por ahí un caballo atado, mas allá el paisaje que se fugaba hasta el horizonte, hasta las montañas bajo un espléndido cielo adornado con algunas nubes.

Pues ese era el tema que fui improvisando a medida que avanzaba. Después de una hora de estar corriendo mis lápices que invariablemente van conmigo, di por terminado mi trabajo firmándolo bajo una dedicatoria que decía mas ó menos así:

Al Cónsul Arturo Balderas con nuestra gratitud y afecto.  Gabriel Abaroa y Sra.   Fecha.


Ahora tocaba esperar y esperar, apenas había pasado a ventanillas una cuarta parte de la asistencia pero ni modo. De pronto, alcanzamos a ver que el Cónsul se ponía de pie y cerraba la ventanilla donde había estado trabajando. A través de las demás ventanillas podíamos ver que por allá adentro el se movía de un lado a otro. De pronto se abrió la puerta que daba paso a la gran sala de espera para el público y lo vimos salir con la intención de tomar la puerta que daba paso al estacionamiento.

Al pasar próximo a nosotros, yo lo abordé diciéndole: Señor Cónsul Balderas, por favor acepte éste dibujo como signo de nuestro agradecimiento por su ayuda. Perdone que esté hecho en un folder.

Lo tomó entre sus manos y después de contemplarlo me preguntó:

Esto lo ha hecho usted aquí en una de éstas bancas?  Lo logró dibujar sin mas apoyo que sus propias piernas? ……..Oiga usted, ésto es una obra de arte, se lo agradezco mucho. Por favor venga conmigo….. 

Y lo seguí hasta el frente y tomando el micrófono de una de las ventanillas, desde afuera, pronunció éstas palabras:

Un momento de silencio, quiero que vean como una persona en lugar de estar durmiendo o comiendo basura y protestando por la espera, aprovecha el tiempo haciendo algo de provecho.

Este señor a quien le correspondió el último turno, apoyado sobre sus propias piernas ha hecho éste bonito dibujo y me lo está obsequiando, quisiera que sirviera como ejemplo a las personas que no dejan de manifestar su enojo por el tiempo que tienen que esperar pero que no aprovechan en hacer algo positivo como el señor aquí presente.

Acto seguido me pidió que llamara a mi esposa y que lo siguiéramos hasta su oficina a espaldas de las ventanillas.

En ese momento un sujeto con aspecto de patibulario me abordó diciéndome: Oyes, cuanto micobras por pintar a mis gemelos quiacaban de nacer?   

Cristy y yo sin hacer caso y por atrás del Cónsul entramos y nos instalamos en la salita de su oficina privada. Desde ahí ordenó a su secretaria que mostrara el dibujo al personal, que le sacara una copia para mi y que tomara mis papeles para que le diera trámite a nuestras Matrículas Consulares y nos las llevara ahí mismo mientras nos invitaba un café.

En la conversación le dije que nosotros estábamos muy interesados en participar en el Consulado en alguno de sus programas de tipo cultural, ofreciendo dar alguna plática acerca de algún tema arquitectura ó sobre la música de tipo popular.

De pronto, apenas transcurridos unos quince minutos, nos entregaron en propia mano nuestras credenciales y nuestros papeles debidamente sellados y actualizados.

Nos despedimos agradecidos y poniéndonos a sus órdenes para lo que se le pudiera ofrecer y nos retiramos.

Yo sentí que podíamos cultivar una amistad con el Cónsul y su familia pero antes de que eso pudiera ser recibimos su llamada participándonos que la Secretaría de Relaciones Exteriores de México lo cambiaba a sus instalaciones de la preciosa ciudad de Austin, la capital Texana. 

3 comentarios:

  1. Hermosa historia. Gracias por compartir amablemente sus memorias.

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    1. Muchas gracias por su comentario.
      Saludos,
      Arq. Gabriel Abaroa Martínez

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  2. Linda historia.
    Yo también cargo con mi lápiz, es un buen compañero.

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