domingo, 23 de abril de 2017

BIENVENIDOS A BACHELANDIA

     Una vez, el licenciado Miguel Alemán Valdés siendo Presidente de la República (01 dic 1946 – 30 nov 1952) tuvo la idea de crear una Ciudad que fuera Satélite de la Ciudad de México, algo así como la luna de la tierra. Pero no fue sino hasta después de terminar su sexenio que pudo hacer realidad ese proyecto que era signo de una altísima inversión. La respuesta después de una adecuada promoción y con una efectiva publicidad, tenía que ser de lo más atractiva. Además, era sabido que esa importante inversión no sería ningún problema para don Miguel y su pandilla.


Dos distintas etapas durante su construcción.    

     En 1957 ya como expresidente, se comenzó a realizar la urbanización de la Ciudad Satélite de la Ciudad de México. Para empezar, se inició la construcción de las gigantescas y simbólicas Torres, obra del arq. Luís Barragán y del escultor Mathías Goeritz. Originalmente se pensó en una gigantesca fuente pero por la existente inclinación del terreno no daba lugar a un buen proyecto.

     Una vez concluida la pintura, la iluminación y los detalles propios de una obra de tal importancia, fueron inauguradas por el Presidente Adolfo Ruíz Cortines en 1958 último año de su gobierno.

Las flamantes e impactantes Torres 
     La presencia de las torres, su forma, su inmejorable ubicación, sus diferentes alturas y colores fueron y hasta la fecha son una magnífica idea hecha realidad.

     A partir de Miguel Alemán Valdés, cada presidente fue autor o inventor de su muy personal juguetito: Alemán: Acapulco y Ciudad Satélite. Ruíz Cortines: su juguete fue pagar los platos rotos por la inflación que provocaron los exagerados dispendios del gabinete de quien le precedió provocando una trágica devaluación exactamente el sábado de Gloria de aquel 17 de abril de 1954;  luego llegó López Mateos, que descubrió una linda isla llamada Cozumel y que el promovió pero no lo suficientemente por haber iniciado tarde; en seguida llegó Gustavito Díaz Ordaz con su apoyo a Acapulco y más tarde Echeverría que inventó su juguetito llamado Cancún.  

     López Portillo estuvo muy ocupado con sus conquistas amorosas y se limitó a aprovechar lo que hicieron sus antecesores. Miguel de la Madrid inventó, apoyó y promovió el proyecto llamado Huatulco. Luego siguió el nefasto y maquiavélico Pelón Salinas le encantaba pasársela en Huatulco, en la Casa Azul para uso exclusivo de la Presidencia de la República, apodada “La Casa de los Pitufos” fincada a la orilla del mar en ese hermoso lugar y que prosiguió con Huatulco a la vez que le dio cuerda amplia y bastante a otros proyectos como el caso del Super Hotel Tailand’es Bayan Tree en Puerto Marqués en Acapulco que es simplemente fuera de serie.

     Por cierto que el siniestro ratero, el Pelón Salinas, un día en que se hartó y se sintió acorralado y  después de una payasa huelga de hambre el muy cobarde huyó y se refugió en la lejana Dublín, Irlanda. Ernesto Zedillo y Ponce de León no tuvo tiempo de planear nada básicamente por el asesinato de Luis Donaldo Colosio que automáticamente lo convirtió en candidato y presidente y de ahí en adelante, ni Fox, ni Felipe Calderón se preocuparon por acariciar algún juguetito turístico.

     La verdad es que Fox solo se preocupó por destruir la cursi residencia de los Presidencial de los Pinos transformándola en burocráticas oficinas y en contraste, hizo construir su nueva casa de madera y cristales con todo el inimaginable confort y sus "toallas de cuatro mil pesos".

     Por otro lado y retornando, Miguel Alemán Valdés heredó su dorado proyecto de la Ciudad Satélite a su primogénito Miguel Alemán Velasco. Por cierto que a nosotros y creo que a muchas de las parejas que nos metimos a comprar ahí en Satélite, nos sentimos hasta cierto punto con la confianza de que no habíamos dado un paso equivocado por el hecho de que ahí vivía el mero mero dueño, en compañía de su esposa Cristian y de sus pequeños hijos.

Comenzamos a construir nuestra casa originalmente de una sola planta.   
Nos correspondió el número 29 de la calle Fernando de Alva en Circuito Historiadores.   
     Ellos vivían en Circuito Médicos y nosotros en Historiadores y los dos circuitos colindaban. Yo si podía ver su enorme propiedad. El no veía la nuestra porque era muy chiquita, no se veía, pero estaba plena de ilusiones y de felicidad. El tenia fincada su casa en lo que se puede considerar una manzana completa y nosotros teníamos 180 m2 de terreno y 120 m2 de construcción. Pero la verdad es que como familia fuimos muy felices!!!

     Al igual que una buena cantidad de matrimonios más o menos de nuestra edad, nos habíamos echado la soga al cuello firmando no se cuantos kilos de pagarés y letras de cambio y la correspondiente aceptación de ser fusilado por el atraso de más de diez días en el pago de una de sus 240 mensualidades a las que había que agregar los correspondientes pagos por la elaboración de la documentación, la cuota obligada al departamento jurídico, el fondo para educación, la cuota obligada por el seguro de vida, uno más por la cobertura por tormentas eléctricas, rayos e inundaciones; otra cuota más por los gastos de cobranza; un seguro por renovar cada año para cubrir los deterioros involuntarios de la casa que nos estaban entregando nueva y ya iba a convertirse en usada.

     La cooperación para la habilitación de una camioneta que además requería de un remolque para recoger la basura. La cuota mensual para los carteros y empleados de la oficina postal que existía a un lado del super y debajo de una sombrilla, la cooperación para uniformes, linternas y pitos para el batallón de dos veladores a los que se les castigaba si no velaban porque se quedaban dormidos porque no tenían para que velar en torno a las dieciocho casitas que ya estaban ocupadas.

     Total que el día que firmamos para que nos pudieran considerar sujetos a perseguir y ser merecedores al castigo por mal comportamiento y por impuntuales en la cobertura de las cuotas, nos habían asegurado y prometido que las autoridades municipales de San Bartolo Naucalpan y Tlalnepantla y las estatales en Toluca, capital del Estado de México, se habían comprometido a tapar los 11,247 baches que había en el carril de ida, del trayecto del Toreo de Cuatro Caminos a las Torres de Satélite y los 9,566 que había en el carril de regreso al Toreo.

     Para orgullo de los Nacaulpénses, en ese tramo existía un bache tan amplio y tan profundo que un día se fue de pique un motociclista que ya cumplió dos meses y y tres días y no lo pudieron sacar por la cantidad de lodo y de gases tóxicos y por la falta de maquinaria, de personal y de equipo para poderlo hacer.

     El señor Presidente de Naucalpan hizo sus cuentas y le salía más barato esperar a que se comprobara que el de la moto ya había entregado la visa para pagar los gastos de costumbre por un fallecimiento. En este caso, además, había el atractivo de que no iba a haber gastos por el funeral del de cujas por la sencilla razón de que no había difunto por causa de que los referidos lodos estaban conectados con los mantos friáticos que seguramente ya habían capturado transportado y desaparecido los citados restos. Los familiares celebraron ahí a un ladito del referido super bache su misa y su réquiem sin olvidar las estampitas para recordar al llorado desaparecido.

     El caos era tremendo especialmente cuando por la falta de drenaje se inundaba la referida ruta y simplemente era imposible evitar caer en baches profundos  con la inevitable consecuencia de romper una llanta o el rin o ambas cosas, sin olvidar el tapón charro, el amortiguador, las terminales de las varillas de la dirección y las gomas de la suspensión, obligando a que después de la reparación había que recurrir a la alineación y balanceo de los pobres coches.

     Cuando por andar jugándole al Bingo, le acertaba uno a caer en un bache de profundidad XXX, había que ponerse en manos de San Cristóbal que dicen que es el patrono de los choferes y camioneros porque sucedía que muy a menudo la panza del auto caía hasta tocar el suelo y la rueda motriz quedaba suspendida y loca y sin efecto alguno. Como quien dice: ni para atrás, ni para adelante.

     En ese caso tenía uno que solicitar el servicio de la AMA o de la ANA o de la grúa más cercana y todo ello aguantando las miles de mentadas de madre de la bola de automovilistas que habían quedado bloqueados por el incidente.

     Total, que nosotros ya sabíamos que ya no había más baches porque ya no cabían y muchos de ellos de profundidad considerable. Sabíamos que no había alumbrado eléctrico, que no había policía que que ayudara a base de señales para no caer en una de esas trampas. Estábamos confiados en la firme promesa de las compañías que construían y vendían las casas de que el gobierno municipal, estatal, federal y celestial se había comprometido en parchar esa gran cantidad de agujeros y nunca lo hicieron ni se veía que lo fueran a hacer.

     Entonces fue que yo en lo particular animé a mis vecinos y acudimos en grupo a la Asociación de Colonos de Ciudad Satélite. El presidente era un señor muy educado que tenía un muy buen puesto como abogado de la transnacional donde trabajaba. Simultáneamente ya lo habían comprometido los ocho colonos que estaban inscritos antes que nosotros y muy dispuestos a ayudar. Yo fui el noveno y con mis amigos ya llegábamos a once.

     La junta se puso caliente y honestamente confieso que a mí me gustaba el lío, el argüende y el relajo. Se hablaba de poner escritos en los periódicos pero ahí se presentaban los problemas; en primer lugar, el presidente de la asociación debía de firmar los referidos escritos y cartas abiertas presionando y exhibiendo a las mugrosas autoridades y eso le afectaba como funcionario de la empresa donde trabajaba. El segundo problema era definir quien iba a cubrir esos gastos por los cuartos y medias páginas en los periódicos pues ese recurso era efectivo pero muy costoso y la Asociación de Colonos prácticamente no tenía fondos existentes. Solo éramos once miembros los fundadores de la asociación y una mínima parte de las familias que ya vivían en Ciudad Satélites sin tomar en cuenta a Miguelito y Cristian… Entonces fue que se me prendió el foco:

     En esa junta con carácter de asamblea, les propuse a los colonos asistentes la conveniencia de armar una protesta organizando una marcha, pero lejos de parecer una marcha como tantas y tantas que hay todos los días a lo largo y ancho del país. Ahora se trataba de que participaran las familias incluyendo a los niños. Podríamos hacer un desfile dominical con los autos adornados con guías verdes, algunas flores y adornos de papel de china y banderitas de papel picado hechas por nosotros mismos y luego en son de poca seriedad, burlarnos de las corruptas e inservibles autoridades que prometían y prometían y no hacían nada más que robar.

     Los autos formados ordenadamente tocando el claxon y con los radios prendidos a todo volumen y en la misma frecuencia y con las señoras y sus amigas y todos los familiares que se quisieran agregar haciendo bulto y sonando sus cacerolas golpeando con cucharones metálicos.

     Además, podríamos mandar a hacer unas mantas con leyendas haciendo burla de los baches y demás problemas. Afortunadamente el proyecto fue aprobado entre mucho entusiasmo, risas y hasta carcajadas.

     Nos distribuimos el trabajo. Había que pensar y diseñar las leyendas de las mantas y había que mandarlas a hacer y ya montadas con sus dos palos a modo de astas para dejarlas clavadas en los camellones sin plantas y llenos de basura que ya eran de pura tierra.

     Había que avisar a los distintos periódicos un día antes para que aprovecharan y sacaran la nota y las fotos.

     Necesitábamos definir urgentemente la fecha y la hora. Sabíamos que debía ser en domingo y la conveniencia de que fuera sobre las doce del día precisamente a la hora en que las familias salen a pasear en su auto.

     La fecha se fijó para el domingo 13 de octubre de ese 1963 a las doce del día. Debíamos ser discretos para que no se nos fueran a atravesar las fuerzas vivas de los dos municipios, San Bartolo y Tlanepantla.

     A mi me correspondió diseñar las leyendas y mandar a hacer las mantas. A cada uno de los pocos colonos nos tocó determinada tarea.

     El licenciado Padilla, presidente de la asociación facilitó los fondos para que nosotros no tuviéramos que desembolsar.

     Llegó el día. La cita era en el estacionamiento del Super. En ese octubre de 1963 las únicas construcciones que había en esa área era el super y la gasolinera.

     En el término de media hora ya se había formado una buena cola de doce autos. Las señoras sentadas sobre las salpicaderas o el cofre de los autos. Los niños haciendo su parte con agudos gritos y asomados por las ventanillas. Los radios prendidos a fuerte volumen en la misma estación y las cacerolas sonando bien y bonito.

     Yo había conseguido que mi maestro herrero me prestara su pequeño camioncito de tres toneladas para llevar las mantas ya aseguradas en sus correspondientes palos. Además, llevábamos algunos martillos, clavos, serrote, un rollo de mecate, unas estacas, clavos y un poco de alambre.

     Por fin arrancamos, tomamos camino bajando de las torres y con rumbo al Toreo. Como era domingo y entre semana solo contaban con unos ocho policías para todo Naucalpan y por costumbre se encerraban para ver el fut y sobre todo cuando jugaban Las Chivas, sentimos que estábamos libres de cualquier reacción y riesgo. 

El Universal Gráfico - 14 de Octubre de 1963
     No tardaron en dejarse ver los fotógrafos de los periódicos y podíamos sentir que nuestro plan estaba dando el resultado esperado.

     A un colono que traía unos pants anaranjados y que se distinguía perfectamente dentro del grupo, lo nombramos nuestro coordinador. El elegía el lugar en determinado camellón en donde debíamos hacer alto total para clavar las tiras de madera previamente despuntadas para clavar en la tierra de los camellones dejándolas ahí para que la gente y los periódicos las vieran. 

     Todas las leyendas iban en plan de burla:
BIENVENIDOS A BACHELANDIA; APROVECHE, ESCOJA SU BACHE; ULTIMOS BACHES BIEN ORIENTADOS; PRECIOSOS BACHES A PAGAR EN VEINTE AÑOS;  SIEMBRE UN ÁRBOL EN CADA BACHE Y LOGRARÁ BOSQUES; etc., etc.


     Hasta ahí no había habido más que carcajadas, aplausos y claxons como una respuesta a nuestros venenosos comentarios.

     Cuando llegamos al puente-paso-peatonal que tenía años y años de obra y no se veía que estuviera cercano a la etapa de terminación, se detuvo el desfile, rápidamente bajamos una mesita y tres sillas plegables tres de nosotros rápidamente nos pusimos muy antigüos con barbas, bigotes, dos bombines, un sombrero de copa y levitas de trapo negro y rapidito se inició la ceremonia-pantomima del centenario de la iniciación de esa obra.

     La gente que transitaba en sus autos o caminando se unió a nosotros y se armo un buen relajo que era lo que se pretendía.

Excelsior - 14 de Octubre de 1963
Diario de la Tarde - 14 de Octubre de 1963
     Los colonos tomando muy en serio su papel de actores, pronunciaron a gritos un breve discurso haciendo alusión a los cien años que ya llevaba esa obra.

     El “gentío de gente” que ya se nos había agregado ya era impresionante. Los fotógrafos de prensa y los aficionados se dieron gusto tomando sus placas.

     En eso sucedieron dos cosas al mismo tiempo: El suelo tepetatoso de uno de los camellones estaba tan duro que las tiras de madera no se dejaban penetrar para dejar justamente ahí la manta que se había elegido no obstante que las tiras de madera tenían punta como de lápiz, como es común en las estacas. Simplemente no penetraban en la tierra que era mucho muy dura.

     Entonces a mi se me hizo fácil bajar del camioncito un martillo de albañil para golpear arriba como si fuera un gran clavo. Era imposible alcanzar la altura de la parte de arriba de la tira. Como clavo era excesivamente largo.

     Así fue que uno de los colonos, precisamente Ricardo mi primo, que era pentatleta, un verdadero atleta, se prestó para que yo me sentara sobre sus hombros (como los toreros) para golpear arriba como si se tratara de un gran clavo. Entonces fue que en la confusión el martillo se perdió y para abreviar,  alguien me dió un tabique para que a modo de martillo golpeara la tira en su punta más alta.  

     Así lo hice y la tira comenzó a penetrar en la tierra pero en el cuarto o quinto golpe el tabique se quebró y una de sus mitades cayó sobre la parte alta de la frente del comedido primo que me cargaba y que valientemente me dijo gritando, termina, dale más. Con la mitad que me había quedado le di otros golpes y la tira logró sostenerse ahí clavada.

     Cuando me baje de los hombros del primo-colono herido me percaté que estaba sangrando, le escurria sangre que le brotaba de dentro del cabello y le escurría por la frente.

     En eso, sorpresivamente apareció  una camioneta de las llamadas “Julias” de la que bajaron tres mugrosos policías a tratar de arrancar las pancartas y nosotros y el pueblo que ya se nos había sumado trataron de evitarlo y comenzó el forcejeo con carácter de muy comprometido. 

     Afortunadamente estos renacuajos no llevaban más que sus macanas ya muy remendadas con cinta de aislar.

Excelsior - 14 de Octubre de 1963
     En la foto del lado derecho se distinguen los policías que llegaron a bordo de su Julia para recoger las pancartas, capturarnos a nosotros y llevarnos a su cloaca a la que llamaban cárcel.

     Los fotógrafos de la prensa hicieron muy buenas tomas y sobre todo, la más oportuna fue cuando le sugerí  a uno de ellos que le tomaran a mi compañero el rostro sangrando por los golpes de los malvados azules que ya más bien eran morados por lo desteñido de sus remendados uniformes.

     Después de ese exitoso desfile y dada la intervención de los policías, pero con la riesgosa presencia de las señoras y los niños, optamos por retirarnos para concentrarnos en el local de la asociación y así poder disfrutar de los comentarios de todos y cada uno de nosotros y del refrigerio y bocadillos que previamente había ordenado para nosotros el licenciado Padilla en ese entonces presidente de nuestra asociación, que por obvias razones prefirió no aparecer.


Gabriel, de siete años practicaba la equitación en cualquiera de los lotes baldíos. Atrás, se llega a ver nuestra querida casa de Satélite ya de dos plantas

     Ya para entonces nuestra casa era de dos pisos y los niños crecían sin compasión, la verdad es que todos íbamos creciendo.

     Al día siguiente alguien llamó a la puerta de la casa y me encontré con dos individuos que apestaban a cebolla, perejil y chorizo y que desde luego no invité a pasar. Ellos eran portadores de un mensaje del distinguido señor “Licenciado” Manuel Rodríguez Estrada, Presidente Municipal de San Bartolo Naucalpan, consistente en que estaban enterados de que yo había sido uno de los organizadores del vergonzoso acto de ataque a nuestras autoridades y que me recomendaba que ya le parara o que me atuviera a las consecuencias. El señor Gobernador del Estado Libre y Soberano de México, Juan Fernández Albarrán también se encontraba muy alterado, inquieto y nervioso por nuestra actitud.

     Yo les contesté que saludaran a tan importantes especímenes y que les comunicaran a quién me envió semejante mensaje que para la próxima vez me lo dijeran por escrito para que así valga y conste, porque así nomás de palabra no vale,  porque recuerden que las palabras se las lleva el viento. 

El  Naucalpense,  Manuel Rodríguez Estrada   
El Gobelino,  Juan Fernández Albarrán   
     La verdad es que no se que pasó, nunca pudimos comprobar si se trató de una coincidencia o si San Cristóbal se puso a chambear,  pero lo cierto es que en el término de unas semanas se comenzó a trabajar en las instalaciones eléctricas correspondientes al alumbrado, así como en las  telefónicas a lo largo de tan largo tramo y detrás de ello, las obras de alcantarillado, banquetas, guarniciones y de las vías para tránsito de vehículos a base de concreto asfáltico.

     Durante el tiempo en que se hicieron las obras, aprovechando que nosotros vivíamos en el lado este de Ciudad Satélite, optamos por entrar y salir de nuestra área aprovechando las vías de comunicación de Puente de Vigas que rodeando el Vaso del Cristo nos conectaba con cierta fluidez con la Calzada de las Armas que ya era ciudad de México.            
        
     Una vez terminadas las obras Toreo-Ciudad Satélite disfrutamos el ir y venir haciendo uso de una vía de comunicación digna y a la altura de los tiempos modernos.

     Y nuestros autos…. MUY AGRADECIDOS.