TU SABÍAS
QUE……
Enrico Caruso nació el 25 de febrero de
1873 en la ciudad de Nápoles, Italia. Cuando ya era un joven de ideas
definidas, tuvo el deseo de hacerse llamar Enrico en lugar de Errico. Desde muy
pequeño mostró una fuerte inclinación por el gusto de cantar. Hasta la fecha, continúa siendo el prototipo del cantante operático
más grande de todos los tiempos.
La Compañía Víctor que después sería la
RCA Víctor, en su declaración de las mejores ventas de todos los tiempos
siempre se refirió a la grabación de “Vesti
la giubba” con la voz de Caruso, como el disco más vendido.
Enrico nació en el seno de una familia
pobre, fue el tercero entre siete hermanos y tuvo que dejar de ir a la escuela
para poder trabajar como mecánico y así ayudar a su padre Marcellino Caruso con
los gastos de la familia. Su madre, Ana
Baldini, fue una buena mujer de origen
campesino y entre dieciocho abortos solo logró dar a luz a siete criaturas, el mayorcito, fue
precisamente Enrico.
Su madre muere cuando él era un niño de
solo diez años. Su padre no se conserva viudo y se vuelve a casar, pero muere solo
cinco años después. Desde entonces Enrico se convirtió en el pequeño jefe de la
familia.
El gustaba de acudir a la iglesia de
San Severino para cantar en lo que llamaban el coral aunque en ese entonces se
sentía muy desmoralizado porque el director del Coro le decía insistentemente que
no tenía nada de voz, sin embargo y sin hacer caso, el insistió en cantar
porque definitivamente era su mayor gusto.
Allá en sus inicios sufría
profundamente porque no obstante que tenía la tesitura de tenor, no podía
evitar que se le quebrara la voz a la hora de emitir los agudos. Con el tiempo,
logró ser aceptado como alumno del prestigiado maestro Guglielmo Vergine.
Cuando cantó por primera vez ya como semi
profesional en su Nápoles querido, el público y el periódico estuvieron fríos e
irrespetuosos. Él se sintió muy lastimado y pasando el tiempo, cuando ya había triunfado y conseguido estar en el
pináculo de su carrera, invariablemente se negó a cantar en su querida ciudad
natal.
En 1895 con veintidós años de edad y ya
totalmente capacitado, canto La Traviata y El Rigoletto en la cathedral
de Caserta; ambas óperas del mismo autor musical Giuseppe Verdi y mismo
libretista Francisco María Piave.
Además, el ya contaba como parte de su
repertorio con obras importantes como Fausto,
de Charles Gounod y Jules Barbier-Michel Carré y Cavallería rusticana,
Lucía de Lammermoor, Manon de Lescaut.
Su debut oficial fue en el Teatro Nuevo
de Nápoles. En seguida, tuvo la oportunidad de presentarse triunfando en los
teatros de Salermo y del Cairo.
Enrico Caruso a los treinta años.
Caruso fue uno de los primeros
cantantes que grabó para el nuevo invento llamado Fonógrafo y ello sirvió para
su reconocimiento a nivel mundial.
En 1903 cuando Enrico contaba con
treinta febreros, canto por primera vez en el Ópera House de Nueva York algunas
de las óperas que ya constituían su amplio repertorio integrado por más o menos
sesenta óperas. En esa inolvidable oportunidad, logró un profundo impacto en el
público cuando interpretó el Pagliacci
de Leoncavallo.
El 22 de septiembre de 1919 Caruso
abordó el ferrocarril y acompañado por la soprano Ada Navarrete, el bajo David
Silva y el director de orquesta Genaro Papi, inició su primer y único viaje a México saliendo de Laredo, Texas y
pasando por Monterrey en donde disfrutó de las expresiones de reconocimiento y
cariño, arribando felizmente a la Ciudad de México en donde tuvo muchas
actividades de muy distinta índole.
Su visita a Xochimilco lo impactó
profundamente y entre flores, trajineras, colores y chinampas, disfrutó de los
platos típicos mexicanos y no se negó a probar el tradicional pulque curado.
Enrico Caruso en plena actuación.
Sus presentaciones en la Ciudad de
México fueron muchas y muy apreciadas por el público conocedor, aficionado y
curioso. El primer teatro donde cantó en la ciudad capital fue en el que poseía
doña Esperanza Iris en la calle de Donceles y que ahora lleva el nombre de
Teatro de la Ciudad.
El 28 de septiembre, participó en una
kermesse organizada por los Caballeros de Colón y continuó con una semana de funciones diarias en el Teatro Iris.
Esa misma semana, Caruso fue invitado a colocar la primera piedra de lo que posteriormente
sería el Cine Olimpia.
Por otro lado, el 5 de octubre a las
tres de la tarde, Caruso y la soprano Gabriela Bensazoni en el improvisado
escenario instalado en el ruedo de la Plaza de Toros de la Condesa, ofrecieron básicamente
para el público que no podía pagar su admisión en los teatros donde el costo
del boleto de entrada es oneroso, la Ópera Carmen
de Georges Bizet.
La asistencia de 22,000 personas
hicieron del acto un acontecimiento apoteótico y el aspecto emocional de esa
tarde se acrecentó por el aguacero que cayó durante el tercer acto. Increíblemente nadie se movió de su lugar para
continuar disfrutando de la función cuando se ausentó la lluvia.
El 26 de octubre se volvió a convertir
la Plaza de Toros de la Condesa en el escenario de otra gran obra, Aída de Giuseppe Verdi y Antonio
Ghislanzoni, función que alcanzó el
grado de inolvidable.
El día 28 del mismo mes, Enrico Caruso participó
en una función en el Teatro Iris cantando acompañado por la Orquesta Sinfónica
Nacional dirigida por el inolvidable maestro Julián Carrillo. Esta función fue
organizada por el Ayuntamiento de la Ciudad y a beneficio de la misma. El 2 de noviembre de ese 1919 en el Teatro Arbeu alternando con Gabriela
Besanzoni cantó impactando al público el Sansón y Dalila de Camille
Saint-Saens.
Enrico Caruso participó cantando por última
vez en la ciudad de México, el 2 de noviembre de 1919 alternando con la soprano Gabriela
Bensanzoni el Sansón y Dalila de Camille Saint-Saens.
La última vez que cantó Enrico Caruso
fue el 24 de diciembre de 1920 en el Metropolitan Ópera House de Nueva York.
Posteriormente a ésta presentación, a Enrico se le presentó una severa afección en pecho y garganta y en
enero de 1921 se vió obligado a someterse a una cirugía de la cual ya no se
pudo recuperar.
Así fue como se precipitó el final de
la vida de un gran hombre, de un gran cantante que fue admirado y querido por su
numeroso público en diferentes partes
del mundo, público que supo apreciar sus grandes virtudes dentro del bell
canto.
El 2 de agosto de 1921 Enrico Caruso falleció a la
edad de 47 años y once meses. Los médicos que le atendieron, clasificaron como la
causa del fallecimiento una severa Pleuritis.
Esa fue la fecha en la que el mundo perdió a un incomparable cantante dueño de una voz incomparable y de
un estilo y personalidad únicos.
Hasta la vista Enrico…….el
gran cantor italiano.
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