lunes, 10 de abril de 2017

AQUELLA NOCHE EN “LA MALCONTENTA”

     Como fiel fan de la obra musical del maestro Agustín Lara, me interesó relacionarme con todo aquel mundillo que le rodeaba.  En una ocasión me decidí a hacer un viaje a la ciudad de Puebla para conocer y conversar con su hermana María Teresa quien se encontraba al lado de su esposo Nicanor Guzmán Guerrero que había sido intervenido quirúrgicamente y se recuperaba en un hospital de la angelópolis. Ese fue un buen lugar y momento para presentarme y conversar con ella largo y tendido.
 
     Lo primero que pude aclarar fue que aquella bella canción llamada “Adios Nicanor” no fue pensando ni relacionada con Nicanor su cuñado. 

     Logré conocer a algunos de sus músicos, como a sus violinistas Apodaca, Manuelito Núñez  y Carlitos Águila, por cierto hermano de Paz y Esperanza integrantes del inolvidable dueto de Las Hermanas Águila; al incomparable  trompetista Nicolás “Chino” Ibarra; igualmente, a su inseparable David Rodríguez su confidente y lazarillo,  a quien le llamaba muy coloquialmente  “Verduguillo”.

     Localicé y perseguí a su primera intérprete Ana María Fernández, quien acompañada por su inseparable esposo, el capitán piloto aviador Luís Boyer  Castañeda vivió por un tiempo en San Antonio, Texas y yo, mientras  vacacionaba, la busqué y localicé y la visité para tener el gusto de conocerla y disfrutar de sus historias;  a Amparo Montes, a Carmela Rey, a Ana Luisa Peluffo y ea algunas de sus musas, muy especialmente a Angelina Bruschetta, Yolanda Gasca y Rocío Durán. Lamento no haber podido conocer a doña Carmen Zozaya.  

     A María Félix……ni verla!!!  A Vianey Lárraga ni buscarla porque todavía se debe estar arrepintiendo de haber contratado al abogado Manuel Millán para demandar a su “esposo” Agustín Lara a quien le exigía cubrir los gastos de manutención de un niño que aunque no era de él, don Agustín de buena fe aceptó  adoptarlo para darle nombre, casa y sustento, pero ella estaba viendo la oportunidad de sacarle los gastos por cierto muy generosos y con carácter retroactivo.        

     Afortunadamente la resolución del juicio fue a favor de Agustín Lara y lo único que madre e hijo han conseguido es seguir explotando el nombre del compositor con sus consiguientes beneficios.

     También tuve el gran gusto de conocer y tratar a esa verdadera institución que fue don Juan Arvizu para quien Lara trabajó por allá en 1928 acompañándolo al piano en sus primeras giras.  Entre su elenco de cancioneros varones tuve la oportunidad de hacer contacto con Salvador García, Alejandro Algara, Jorge Fernández, Hugo Avendaño y Jorge Macías. 
    
     Y con respecto a sus amigos puedo comentar que El Flaco de Oro fue muy amiguero. Tenía muy buenos amigos y también amigos de esos que no buscas ni procuras pero que de vez en cuando se hacen presentes.

     El maestro Lara, tuvo un buen amigo que además era su proveedor de joyería, pues era muy afecto sobre todo en tiempo de sus vacas gordas, en obsequiar alguna joya muy bien escogida para la pretendida dama. Ese amigo se llamaba Antonio Ibañez conocido especialmente en la sociedad capitalina como “El Chacho”, para redondear era simplemente El Chacho Ibañez.

     Don Antonio Ibañez fue un hombre muy jovial, muy simpático y muy amiguero. Tenía su negocio de selecta Joyería no abierta a la calle, en un primer piso de las calles de Madero casi con Isabel la Católica. Además, poseía una propiedad muy peculiar en un paraje semi boscoso sobre el camino que lleva al Desierto de los Leones. Ahí, entre los árboles tenía y disfrutaba de una hermosa casita de un solo piso y de techos inclinados en donde acostumbraba ofrecer eventualmente alguna comida a sus amistades. Esa casita fue bautizada con un extraño nombre: La Malcontenta.

        Un inolvidable dato sobre la historia de La Malcontenta: 
     Cuando al músico poeta se le comenzaron a presentar problemas en su salud, en 1968 cayó en un intenso “Surmenage” o síndrome de fatiga crónica que se manifiesta como un bloqueo del sistema y sentimiento de profunda y tristeza por largos periodos de tiempo, pérdida de memoria y momentos de shock que pueden dejar a quien lo sufre como incapaces de reaccionar.

     En ese entonces, la que fungía como la señora Lara era Rocío Durán quien lejos de apegarse a los necesarios cuidados del enfermo, optó por ausentarse recluyéndose en su casa de descanso que tenía. 

     El Chacho Ibañez, preocupado por el critico estado en que se encontraba su querido amigo, pudo por fin convencerlo de que cambiara de ambiente recluyéndose tranquilamente en la referida casita situada prácticamente en el campo. Increíblemente Agustín aceptó y sin pensarlo mucho se recluyó en La Malcontenta con la condición de que no deseaba visitas de ninguna especie y no se le molestara en nada. Solo aceptaba que se acercara con la discreción del caso su fiel “Verduguillo”.

     El médico a cargo de su cuidado y casi desde afuera, estaba pendiente de como iba reaccionando el enfermo a los cuidados y a los medicamentos que se le asignaron.  Así se sostuvo por más de dos meses.

     Una vez repuesto después de tan largo tratamiento, aceptó someterse a su  aseo, afeite, ropa limpia y traslado y el 1 de marzo de 1969 arribó con cierto ánimo a su casa de Edgar Alan Poe 308 en Polanco.

     Queda pendiente de comentar todo lo que sucedió una vez reinstalado en su tan adorada casa,  referente al accidente en el que sufrió la fractura de su cadera, su hospitalización, y las diversas complicaciones que le llevaron a sus últimos días.

       Volviendo a La Malcontenta: 
     Una vez sucedido el fallecimiento de don Agustín Lara, en Chacho Ibañez tuvo el respetuoso deseo en memoria de su amigo ya ausente, de cuidar que su bella casita se conservara tal y como la encontró y dejó don Agustín Lara.

     Yendo un poco más, quiso que a modo de museo,  la recámara que ocupó el maestro se conservara tal y como se amuebló y decoró durante su estancia en ella. 
   
     Yo, que me consideraba amigo de “El Chacho” no me extrañé de que me invitara junto con mi esposa Cristy a una velada en la Malcontenta , en memoria de don Agustín sin saber con precisión de que se trataba.  

     Con la debida anticipación recibimos en mi domicilio la formal invitación impresa acompañada de un pequeño planito para poder llegar sin problema alguno. Acudimos con la puntualidad que con tanto gusto practicamos en nuestroa compromisos y nos hicimos presentes.

     Nos recibió un mozo que se hizo cargo de nuestro auto y uno más nos interiorizó a la bella casita. No obstante que fuimos puntuales, sentimos que ya nos habían precedido un buen número de personas.


     Nos sorprendimos por el número de invitados que ahí ya se encontraban.  Nos recibieron personalmente y con mucho gusto el Chacho y Dinora su gentil esposa. Nos introdujeron y presentaron con la selecta concurrencia. Estaban presentes nuestra queridísima Amparo Montes y su hermana Nelly, el ingeniero Eugenio Méndez Docurro, el famoso y respetable Vate Ricardo López Méndez, el apreciado locutor de XEW Luís Ignacio Santibañez, el cantante Jorge Fernández, el romántico cantante y destacado abogado José Luís Caballero y su linda esposa Alma; el compositor y pianista Juan Bruno Tarraza, don Rafael Ruíz Villalpando criador de toros bravos, el excelente pianista y simpático Chuchito Jiménez, propietario de la famosa Fonda El Pato y algunas personalidades más que por el momento no recuerdo.

Gabriel  Abaroa, Nachito Santibañez, eL Vate López Méndez, Rafael Ruíz Villalpando, Chuchito Jiménez, y Eugenio Méndez Docurro.

     Desde luego que en el área de la gran sala, en el lugar más apropiado, estaba situado un dorado piano de cola  adornado con un arreglo floral. El resto del área, ocupado por unos pequeños grupos de sofás, mesas  y sillería. En una de las cabeceras de esa área, una barra-bar atendida por un amable barman.


Cristy, muy guapa escuchando a Amparo Montes.

     No tardaron en hacerse presente las melodiosas canciones Larescas que brotaban  indistintamente de las manos de Juan Bruno o de Chuchito Jiménez y de las voces de Amparo, de José Luís Caballero o de Jorge Fernández.



El Chacho Ibañez escuchando a José Luís Caballero, al piano Juan Bruno. 

     No tardó en dejarse escuchar un popurrí que el músico-poeta popularizó y bautizó como “Danzones de Lara”, entonces como consecuencia a esa oportunidad, el Vate López Méndez y don Eugenio Méndez Docurro contando con sus amables parejas, se decidieron a bailar esos estupendos danzones guardando toda la dignidad y respeto con el que los veracruzanos de corazón disfrutan de ese sabrosísimo ritmo.


Eugenio Méndez, Nelly Meza, el Vate López Méndez y señora danzoneando.


     Los canapés, los jaiboles y las cubas libres circulaban sin limitación alguna pero dentro de un correcto estilo. A la vez, quienes estábamos ahí por primera vez, fuimos invitados a visitar la recámara principal que fue la que ocupó el maestro Lara durante sus dos meses de reclusión. El Chacho le puso mucho empeño en conservar esa habitación tal y como fue durante el retiro que le ayudó a recuperar la salud a su entrañable amigo.

     Pasada la media noche y ya cerca de las tres de la mañana, nos logramos despedir de nuestros amables anfitriones y del selecto grupo de invitados que todavía ahí se encontraban. 


La Palomilla de la Bohemia Laresca en pleno.
     Difícilmente podremos olvidar aquella noche en La Malcontenta.
   
  Gracias Chacho Ibañez,…….
   a tu memoria Agustín Lara!!!

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