Me seguían gustando los autos pero los tiempos ya no eran los mismos. Yo ya no podía pensar en estrenar cada año un carro nuevo. Tener un Gran Marquis era ya un sueño. Así es que pensé cuidadosamente que auto me convenía tomando en cuenta además del precio, el tamaño del coche pues en una ciudad tan complicada en cuanto al tráfico y a los espacios disponibles para estacionarse era simplemente un espejismo.
Después de una verdadera investigación, me decidí por un Tsuru. Elegí un modelo sedán de cuatro puertas, lo preferí estándar de cinco velocidades al piso, además estaba equipado con aire acondicionado y con frenos de disco. Era de color verde inglés y para que no me diera ningún problema con las llantas, le puse un juego de Michelín y de medida mas ancha con respecto a la que traía de fábrica.
No tardé en enamorarme del carrito. Eventualmente, allá por 1992 hacía el recorrido de la ciudad de México a Guadalajara e increíblemente y con un tanque de gasolina, lo logré hacer en cuatro horas con veinticinco minutos, claro está que en muy buenos tramos tenía que levantar la velocidad a 160 kph.
Además me daba mucha tranquilidad el hecho de que esa marca y ese modelo no era de la preferencia de los ladrones especialistas en robo de autos.
Pues resulta que yo andaba para arriba y para abajo en mi flamante Tsuru encantado de la vida pero francamente veía los preciosos modelos Mercedes y BMW que deambulaban por las calles de la ciudad y se me antojaban mucho.
No tarde en darme cuenta de que mi Tsuru se parecía a uno de los modelos medianitos de la BMW y no tardé en quitarle los emblemas cambiándolos por los de aquella marca. Uno lo instalé en el centro de la parrilla al frente del radiador y el otro en el centro de la tapa de la cajuela.
La gente no muy conocedora de lo que son los autos, se la creían, al grado de que unas amigas de mis hijas les dijeron: Nosotras pensamos que a su papá le está yendo muy bien porque ya trae un BMW.
Pues es el caso de que un domingo nos fuimos en familia a comer al famoso restaurante Arroyo de allá de Insurgentes en Tlalpan. Después de comer regiamente y de escuchar y contemplar su show, dejamos nuestra mesa y nos dirigimos al punto en donde solicita uno le traigan el coche. Pasaron diez, veinte, treinta minutos y mi coche no llegaba.
Yo ya estaba que me llevaba el diablo, la presión empezó a subir y subir hasta que reventé y comencé a hablar fuerte. Entonces apareció en escena un señor allegado a Chucho Arroyo quien me sugirió que le bajara el tono, la verdad es que se habían robado mi auto pero que no me preocupara porque el recibo que me dieron del Valet Parking cubría el seguro del coche. El señor muy tranquilamente me sugirió que abordáramos un Taxi y nos fuéramos a casa y que al día siguiente me atenderían en mi domicilio para finiquitar la operación reponiéndome el BMW ó pagándolo con un cheque a mi favor.
En eso se me prendió el foco y le dije: Mi auto no es un BMW, si acaso es un TsuruW y yo creo que no se lo han robado, lo que pasa es que han buscado un BMW con mi número de placas y nunca lo van a encontrar.
Efectivamente, los choferes se lanzaron a buscar un Tsuru verde inglés con esas placas entre ese mar de coches y no tardó en aparecer.
Mi familia y yo lo abordamos y recibí el sermón de: Ya ves? Esto te lo buscaste tu por andar con tus payasadas de convertir un casi Taxi en un elegante auto europeo.
No ma**s un valet no confunde un bmw con un mugroso tsuru.
ResponderBorrarA y por cierto a que bmw se parece el tsuru.
Cierto, es muy dificil confundir un "Auto" con un tsuru, pero en fin,
ResponderBorrarvoy a conseguir todos los emblemas de un "Audi"
tengo una "Golf" chance y pegue, jajaja