Pues resulta que el señor Velasco me solicitó que le prestara los autos que tuviera ya restaurados para que a bordo de ellos ingresaran al gran foro del Auditorio Nacional las señoritas representantes de cada uno de los estados de la república en el importante concurso “Señorita México”.
Yo lo concedí con gusto pero el problema era que solo contaba con tres de ellos: un Ford 28 Sedán dos puertas, un 29 convertible y un 30 coupé y las “Misses” eran veintinueve ó sea que los autos tendrían que dar diez vueltas cada uno.
Entonces se pensó en que podrían ir dos chicas en cada auto pero de todos modos eran muy repetitivas las apariciones del mismo auto a lo largo de la presentación y con el consabido riesgo de que se calentaran sus radiadores.
Así fue que con conocimiento de don Raúl, yo acudí a mi club de Fordcitos modelo “A” contemporáneos de los míos y la respuesta fue cien por ciento positiva, casi todos los miembros del club acudieron a colaborar con el programa, teniendo a cambio que su auto manejado por ellos mismos se cubriera de gloria llevando a bordo a una guapa muchacha que con suerte fuera la elegida como “Señorita México” y además poder guardar ese testimonio en un video con imágenes vistas simultáneamente por millones de personas.
El programa resultó un éxito con excepción de algo que sucedió a bordo de mi Fordcito 29 convertible. Resulta que ese auto fue conducido por mi hijo Mauricio quien indebidamente estuvo de acuerdo con que su hermano Sergio viajara escondido en el compartimento trasero denominado back seat que es un asiento extra que algunos modelos llevaban en lugar de cajuela. Desde luego que la tapa iba cerrada y Sergio para no sufrir de falta de aire, se proveyó de una manguera como medida de protección por si le faltaba el aire.
Llegado el momento abordó ese auto la guapa señorita Durango ocupando el lugar del copiloto y entonces sucedió que Sergio sintió la necesidad de hacer uso de la manguera pero no contaba con que se le presentara un ataque de tos combinada con asfixia y el sonido que salía por la punta de la manguera que le quedaba a Miss Durango en su cadera derecha era verdaderamente tétrico provocando que ella al asustarse pensando que se trataba de un animal, pretendiera ponerse de pie sin fijarse que el amarre de la mariposa de lentejuelas que le cubría el pecho y que se encontraba en forma de moño en su espalda se había desatado dejando momentáneamente descubierto su corpiño pero sin corpiño.
Afortunadamente ese desafortunado y comprometido momento no trascendió ni fue captado por la cámara de tv y la señorita Durango logró bajar del auto ayudándose con ambas manos sobre el pecho y con su moño trasero desamarrado.
Fuera de ese acontecimiento, lo demás funcionó perfectamente bien y Raúl Velasco y su certamen “Señorita México” quedaron muy complacidos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario