domingo, 4 de abril de 2010

DESPUES DE LAS VACACIONES

Después de nuestra experiencia vacacional en Casitas Veracruz, ya de regreso, aunque ya era un poco tarde, volvimos a visitar a la querida Tía Chabela en su prestigiado Café Alcalá en la calle principal de Teziutlán Puebla. Después de comer, nos despedimos y nos dispusimos a abordar el camión que hacia el servicio a la ciudad de Puebla.

Por ser el final de la Semana Santa, nos encontramos con una enorme cola para abordar el siguiente y último autobús que daría servicio ese día. Ese día era domingo y todos teníamos obligaciones para el día siguiente unos en el trabajo y otros en la escuela. No sabíamos que hacer, pero teníamos que llegar a Puebla a como diera lugar.

Optamos por caminar por la orilla de la carretera y pedir aventón aunque nos fuéramos de uno en uno. La verdad es que nadie se detenía, así fue que llegamos a una gasolinera en donde estaba cargando combustible un camión que no era de línea, nos acercamos y hablamos con el chofer quien nos dijo que era el autobús privado de un equipo de Foot Ball de Tlaxcala que había jugado esa tarde en Tlatlauquitepec y debía recoger a los jugadores en cosa de media hora. Le pedimos aventón y nos dijo que nos llevaría hasta la bifurcación donde el daría vuelta para llegar a ese pueblo.

Nosotros estuvimos de acuerdo porque pensamos que a partir de ahí, podríamos llegar a Puebla aunque fuera en abonos, y así fue que ahí nos dejo. El nos prometió hablar con el encargado del equipo y si él aceptaba nos volvería a recoger para dejarnos en la entrada  a la ciudad de Puebla. Ahí, en la orilla de la carretera, asoleados, cansados, en plena oscuridad, sin dinero y en medio de una super orquesta de grillos, chicharras y moscos,  esperamos pacientemente que viniera el camión de regreso pidiéndole a Dios que aceptaran levantarnos.  En un momento dado, a lo lejos, aparecieron unos faros, pensamos que era el camión de los jugadores. De pronto comenzamos a ver que de entre los faros salían unos flamazos que combinaban con unos golpes muy fuertes en el suelo,  alrededor de nosotros y que además de levantar estallidos de tierra nos provocaron un inesperado terror; no tardamos en convencernos de que se trataba de fallídos balazos.

Una vez que ese vehículo se aproximó a nosotros, en medio de mas y mas desatinados balazos, logramos ver que se trataba de un Cadillac verde y nos percatamos de que era una pandilla de borrachos que asomados por las ventanillas, entre gritos y maldiciones practicaron el tiro al blanco teniendo como objetivo nuestra pobre humanidad. Estos desalmados animales, tomaron camino hacia Teziutlán. Después supimos por los jugadores Tlaxcaltecas que afortunadamente aceptaron levantarnos que se trataba del infelíz asesino Gabriel Ávila Camacho y su clan que ya habían cometido un sinnúmero de fechorías en la fiesta popular de Tlatlauquitepec.

Ese multiasesino, tuvo por carcel Teziutlán, su ciudad natal, mientras fue presidente de la República su hermano Manuel, el “Presidente Caballero”. 

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