lunes, 5 de abril de 2010

UN BOQUETE EN PALACIO NACIONAL

Recién se sentó en la silla grande don Gustavo Díaz Ordaz, recibió la solicitud del Jefe de Ayudantes y del Estado Mayor para que autorizara a que se buscara una solución al problema de que los servicios sanitarios al que ellos acudían se encontraban muy distantes de la oficina mas importante del país.

La solicitud para atender éste problema llegó a mi jefe, el director de la empresa donde yo trabajaba y mi querido jefe me hizo el favor de endosarme el numerito.

Así fue que acudí de inmediato a Palacio Nacional y apoyado en mis colaboradores y en los datos aportados por la oficina de mantenimiento del histórico edificio y dentro de un cuadro de alto grado de dificultad por la presencia del señor Presidente que en esos primeros días de su gestión, trabajaba un buen número de horas en su importante despacho, buscamos esmeradamente el lugar idóneo para alojar el nuevo sanitario.

Después de mucho pensar, nos convencimos de que la única forma de lograr el espacio para ubicar un sanitario, aunque fuera casi tan pequeño como el que usa uno en los aviones, era haciendo un boquetón en uno de los robustos muros construidos a base de grandes piedrones de tezontle rajueleados y amarrados mediante una mezcla ciclópea, a base de cemento, arena y piedras.

La obra no era fácil pero tampoco imposible. Hacer un boquete en uno de esos gruesísimos muros no era un complejo problema. El compromiso era simplemente el tiempo disponible pues se nos advirtió que el Presidente se retiraba entre las dos y tres de la tarde del viernes y volvía a su oficina el lunes a las diez. O sea que disponíamos de la tarde con su noche del viernes, dos días completos y la madrugada del lunes. Total sesenta y cinco  horas sin parar día y noche. Lo primero que se hizo fue instalar una verdadera carpa de polietileno para proteger el área del polvo producto de la obra.

Hubo que surtir el nuevo toilet con agua a presión e instalar su drenaje, que en planta baja había que descargar en el patio principal precisamente en el punto donde desde siempre paraba el auto presidencial para que el Presidente dejara ó abordara el mismo. Una vez superadas las obras gruesas de albañilería y las instalaciones de agua, drenaje y electricidad, se procedió a colocar los acabados en piso y muros y la instalación de lavabo, wc, lámparas, extractor para ventilación, la luna, accesorios y puerta con su correspondiente cerradura.

Total, que después de las emociones de rigor, llegó el esperado lunes y justo a las diez y quince de la mañana ingresó al patio principal de Palacio Nacional el Oldsmobile  negro que transportaba al Presidente Díaz Ordaz para iniciar sus labores en su oficina que a partir de ese día ya constaba con un servicio para que sus ayudantes hicieran pipí sin alejarse a mas de diez metros.


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