Corría el año de 1939. Aunque vagamente, recuerdo aquellos días en que ingresé al tercer año de primaria. Yo asistía al prestigiado Colegio Inglés que estaba ubicado en el número 904 de la Avenida Reforma de la bella ciudad de Puebla. La verdad es que años después descubrí que de inglés no tenía más que el nombre, simplemente no aprendimos más que "Good morning" y "Good afternoon".
A ese colegio asistía siguiendo los pasos de mis dos hermanas mayores. Recuerdo con nostalgia un tanto nublada a mis compañeros y compañeras y a mis profesores: don Celso M. Campos, doña Consuelito Genis y a una joven profesora de la que no recuerdo el apellido pero si que se llamaba Luchita y que era muy guapa.
La directora y propietaria de esa escuela era la señorita (ya de respetable edad) Altagracia Gómez que era una persona íntegra y muy cuidadosa y celosa del prestigio que ya había alcanzado su colegio, pero aquí entre nos, el aspecto de ella, su personalidad, en parte consecuencia de sus 120 Kgs., correspondía más a Xochimilco que a Bukingham.
En aquellos días se estaban viviendo los conflictos bélicos heredados de la Guerra Civil Española que justamente se sentía que concluía en ese 1939 pero que en Europa ya habían dado inició a problemas y complicaciones mayores con el cruento ataque a Polonia. Los países más destacados en ese principio de lo que se iba a tornar en una de las guerras más intensas y largas en nuestra contemporánea era, fueron: Gran Bretaña, Estados Unidos, Alemania, Italia y Japón.
Un acontecimiento que me hizo mucho efecto a mis solo siete años de edad, fue cuando la muy respetable Miss Gómez al iniciar una de las clases que ella misma impartía, recibió de uno de mis compañeros de parte de su papá un rollo de papel blanco asegurado con la típica liguita. Ella lo agradeció y antes de empezar la clase, lo desenrolló y dejo ver que se trataba de uno de los famosos calendarios que cada año hacían y regalaban las compañías de cigarros o de alguna marca de cerveza.
Esos cromos por lo regular se referían a
paisajes muy mexicanos, a bellas mujeres ataviadas con trajes típicos muy
vistosos y a galanes vestidos de charro a caballo o llevando en manos algún
buen gallo de pelea, pero en esta ocasión era otro el tema debido a que
estábamos en plena guerra. Así es que ahora se trataba de un guerrero protegido
por una armadura metálica de tipo medieval montado en un enorme y hermosísimo
caballo blanco.
El jinete llevaba con la mano izquierda el
asta de una fantasiosa imagen en que se distinguían mezcladas las banderas de
los Estados Unidos, Inglaterra, Unión Soviética, Australia y otros países más
correspondientes al grupo de los Aliados y por otro lado, la parte que más
quiso destacar el artista: el caballo con una manita doblada hacia arriba y con
la otra, pisando y desquebrajando una gran swástica que se adivinaba muy
fuerte, como de dura piedra y que estaba hecho pedazos el referido cuaco al
concentrar todo su peso y su odio presionando a través de su pezuña.
La tal Miss Gómez, sintiéndose muy
británica, armó cierto escándalo haciendo venir a los demás profesores para que
disfrutarán de ese cuadro. Desde luego que toda la chamacada se alborotó y se
acercaron haciendo bola en torno al escritorio de la direc para ver y escuchar
los comentarios en que todos coincidían aplaudiendo esa manifestación
artística.
El problema se suscito cuando Miss Gómez se
dió cuenta de que el único que no se había acercado y no se había alegrado por
el mensaje que expresaba ese dibujo era yo. La verdad es que yo me quede
sentado en mi pupitre impávido y tranquilo. Eso motivó a la directora a
decirme: Que, estas enfermo ? o qué te pasa? ....por qué te quedaste tan serio
y muy ausente de lo que todos estamos festejando????
Contestándole: La verdad a mi no me da
gusto porque yo soy "Germanófilo"....... Se hizo el silencio y ella
contra atacó: Como es posible que digas eso, de donde sacaste esa tonta y
equivocada idea??.. entonces, yo completé: mi abuelito, mi papá y yo somos
Germanófilos, estamos a favor de Alemania y nos caen muy mal los gringos y los
aliados.
Se hizo el silencio y ella concluyo
diciendo:.......si de verdad tu y tu familia piensan así , creo que no debes ni
puedes estar en este colegio....me entiendes????
Ahorita mismo voy a escribir una nota
citando a tu papá para que venga a hablar conmigo!!!!!....vamos a empezar la
clase.....y la empezó......y yo notaba como temblaba la gorda, la verdad es que
le hizo mucho efecto, pero yo no tenía la culpa de que en ese momento, tal como
iban las cosas, mi abuelo, mi padre y un altísimo porcentaje de observadores
simpatizaban con Alemania y se ostentaban como Germanófilos.
Desde luego que mi padre acudió a la cita y
después, aunque no estuve presente, escuché cuando se lo comentó al abuelo y
los dos estaban reventando de risa.
Después, por mi edad y sin darme cuenta con
claridad y sin entender la situación de como iba la guerra, pude constatar que
todos aquellos que se sentían a favor de los germanos, italianos y japoneses,
incluyendo a mi parentela, cambiaron de idea y entonces se convirtieron en los
mas agudos anti germanófilos pues no pasó mucho tiempo para sentir como Adolfo
Hitler se fue volviendo loco y su secuaz, el odioso Mussolini a la par de él.
Por cierto creo que es oportuno comentar que a este Mussolini le impusieron el
nombre de Benito porque su padre fue un gran admirador de la trayectoria de
Benito Juárez ejemplar mandatario mexicano, conocido popularmente como el
Benemérito de las Américas.
En aquellos días en México se vivía con
intranquilidad y un poco de miedo porque la guerra civil española iniciada en
1936 entre Francisco Franco al mando de los falangistas y Miguel Azaña al
frente de los republicanos fue muy cruenta y triste y fue muy impresionante que
ese querido pueblo, esa entrañable España, se encontrara dividida y se
estuvieran matando entre hermanos y entre padres e hijos por tener diferentes
ideales e ideologías.
Además, no podíamos mantenernos al margen
porque en México se sintió muy profundamente el conflicto español debido a que,
según hacíamos la broma, en México había tantos españoles como en España.
Esa incomprensible rivalidad duro tres
años. Recuerdo cuando el presidente de México, General Lázaro Cárdenas en 1938
abrió las puertas del país para los españoles que perdían la batalla contra la
otra mitad comandada por Francisco Franco quien petulantemente se hacía llamar
"El Generalísimo". Las puertas fueron abiertas inicial y
especialmente para los niños españoles que sufrían los estragos de esa
espantosa guerra y que fueron aceptados, en principio sin sus padres con
caridad y cariño por la sociedad de la bella ciudad de Morelia, la capital
michoacana.
Al término de esa cruenta guerra llegaron a
refugiarse en México familias enteras de gente bonita y muy educada. Entre los
jefes de familia venían médicos, ingenieros, arquitectos y grandes artistas.
Podemos citar al arquitecto Félix Candela, al escultor Julián Martínez,
admirado artista que llegó a ser un buen amigo, al ingeniero Ovidio Botella, a
los industriales Ignacio Morell y Daniel Escribano, a don Luís Ayestarán, al
ingeniero Cástor Sanz, a don Jesús Bernárdez, al doctor José Banegas y muchos
mas destacados hombres de bien, dignos de ser nombrados.
También recuerdo que ya pasado buen tiempo de
terminada esa horripilante guerra, todavía había odio entre los dos grupos.
Tengo muy presente que en una fiesta muy española que se celebraba anualmente
en los amplios salones de "El Mirador" en que se celebraba la romería
en honor de la Virgen de alguna de la regiones españolas, en el frontispicio
del salón principal lucía la bandera española correspondiente a la España franquista.
Entonces fue que el joven José Luís García Pendás perteneciente al grupo de los
españoles refugiados en México se encaramó e instaló la bandera que simbolizaba
a los republicanos al lado y a la misma altura de la otra, seguramente con la
idea de expresar que ahí estaban presentes los dos grupos viviendo tiempos de
paz y compartiendo la vida en la bella ciudad de Puebla y en esa ocasión en su
tradicional fiesta como buenos hermanos.
Pero desgraciadamente no fue así, pues
sucedió que un tal Demetrio Alonso, el típico prepotente español perteneciente
a una familia de baturros ricachones y corrientes, aunque de rancio abolengo
entre los españoles viejos residentes en México, no estuvo de acuerdo y
probablemente por la mezcla de su petulancia muy clásica entre los ricos, de
las pasiones mal fundadas y del exceso de vino, le hirvió la sangre y
arteramente le quitó la vida al joven José Luís García Pendás de solo
diecisiete añitos.
El asesino salió huyendo rápidamente
manteniéndose oculto por un tiempo. Después, cínicamente regresó, se reintegró
a su desmemoriada y encubridora familia y como de costumbre como si nada
hubiera pasado, se mezcló en su asqueroso y falso ámbito social gozando de una
total impunidad.
En México las consecuencias de la lejana
guerra también se hacían presentes, había escasez en algunos alimentos, ropa,
refacciones, herramienta, papel, etc. También se sentía un poco extraño la
ausencia de automóviles que dejaron de fabricarse en 1943, 44 y 45. Algunos de
los últimos modelos del 42 salieron con todas sus partes que normalmente eran
terminadas en brillante y lucidor cromo, como las parrillas, defensas, manijas,
molduras, biseles, etc., terminadas en pintura, en el mismo color del auto y a
medio brillo. Recuerdo que en algunas marcas de auto en ese 1942 llegaron
algunas unidades con el volante al lado derecho.
Por otro lado, ya que estamos tocando el
punto de los autos y camiones, recuerdo que se decretó la severa Ley de la
Economía del Hule. Dependiendo del color de la calcomanía por cierto de forma
oval que debían llevar todos los vehículos arriba y a la derecha de su
parabrisas, era obligatorio el no circular un día a la semana. Cuarenta y
tantos años después se volvió a repetir la historia pero por efectos de la alta
contaminación del medio ambiente que poco a poquito nos está mandando al
panteón.
Los vehículos eléctricos debían haber sido
aceptados hace muchos años, no ahora en que ya es tarde, pero ha podido más el
interés económico y las equivocadas estrategias de las enormes y poderosísimas
compañias fabricantes de motores de combustión interna, que el bienestar de la
humanidad toda.
Volviendo al impacto bélico, por la
imperiosa necesidad del abastecimiento de seda en la fabricación de paracaídas,
las damas de aquel entonces no contaban con las medias de esa calidad que eran
parte de su correcta forma de vestir y de lucir elegantemente sus piernas.
También había medias de hilo, que eran baratas pero poco lucidoras y no eran
aceptadas por las mujeres de ciertos niveles sociales. Esas medias corrientes y
tristonas fueron bautizadas por el ocurrente mexicano como las medias
"mata pasiones".
Por otro lado, se consideraba una acción
mal vista, un atrevimiento deshonesto e inmoral que las damas se dejaran ver
caminando por la vía pública sin medias. Entonces a alguien se le ocurrió que
las mujeres pudieran engañar al resto de la humanidad dibujando una línea en la
cara posterior de sus bellas pantorrillas haciendo creer que llevaban medias y
así, todos contentos.
En esos trágicos tiempos de guerra, sucedió
algo inesperado. México se había definido como un país neutral, simplemente
estábamos a la expectativa pero en completa paz. El 13 de mayo de 1942 a media
noche, justo a las 11.55 hrs., Mexico sufrió el ataque de un submarino alemán que
se coló en el Golfo de México y olímpicamente nos hundió al barco petrolero el
"Potrero del Llano"; pero eso fue solo el principio, antes de que
México reaccionara y pudiera preparar su declaración de guerra, los alemanes
hundieron cinco barcos más: el "Faja de Oro", el "Tuxpan",
el "Las Choapas", el "Oaxaca" y el "Amatlán".
Era entendible que esto sucediera por la razón de que México, desde tiempo atrás, surtía de petróleo a los Estados Unidos y a otros países, operación que no convenía a Alemania.
El presidente mexicano, General Manuel
Ávila Camacho, conocido como el "Presidente Caballero", sacudió su
gran papada y el 28 de Mayo de ese fatídico 1942 hizo su enérgica declaración
de guerra al temible "eje" integrado básicamente por Alemania con el
locote de Adolfo Hitler al frente, Italia con su vasallo e insoportable Benito
Mussolini y por el Japón con el temible ojos de rendija, pequeño hombrecillo
poderoso como el diablo de apellido Showa y llamado simplemente por su nombre, Hirohito.
Mientras todo esto sucedía, doña Soledad
Orozco de Ávila Camacho, esposa del primer mandatario de la nación, reforzaba y
apoyaba a la institución llamada La Liga de la Decencia, que velaba e impugnaba
por conservar los buenos modales y un correcto comportamiento de los mexicanos
dentro de la sociedad.
Las películas que uno veía en el cine, ya
habían pasado por la censura de lo cual se encargaba la Secretaria de
Gobernación, la televisión todavía estaba a once años de existir. En cuanto a
lo que uno escuchaba por radio era muy cuidado y no aceptaba palabras
altisonantes o conceptos inadecuados.
Mucho menos las expresiones verbales en
doble sentido. Algunas canciones que referían situaciones extremas en cuanto a
amoríos o a despecho, eran simplemente prohibidas. También era muy vigilada y
exigente la circulación de periódicos, revistas y novelas ya fuera en sus
textos o en sus fotografías.
Todo lo anterior, aunque exagerado, era
entendible y a regañadientes aceptado, pero en lo que sí se paso de la raya
doña Chole, nuestra primera dama, fue cuando determinó que a la estatua
"La Flechadora de la Estrella del Norte", conocida popularmente como
la Diana Cazadora, valiosa y bella pieza artística del escultor Juan Olaguibel
consistente en una mujer desnuda que armada con un arco se dispone a lanzar su
flecha apuntando hacia el norte, había que ponerle calzones porque a su juicio
era inmoral estar contemplando en plena vía pública a una mujer enseñando las
nalgas.
Después de tan necia determinación y dado
que en esos tiempos la palabra del presidente o de su esposa era para acatarla
y sin chistar cumplir con sus superiores deseos,.....era una orden, era una
ley.
La verdad es que la sociedad entera se la acabó y la juzgó como una
insoportable e inculta mojigata. Además, como era posible que mientras el
presidente declaraba la guerra a los países que nos habían atacado y en
nuestras propias aguas, en nuestras propias narices, ella estuviera
exhibiendose como una estúpida santurrona en lugar de estar pendiente de los
pobres, de las familias de nuestros soldados y de la niñez mexicana en general.
Dicho sea de paso, para la realización de
esta escultura sirvió como modelo una guapa joven llamada Helvia Martínez
Verdayes que además de ser dueña de un bello cuerpo, practicaba el Tiro con
Arco, lo cual fue de mucha importancia para el escultor Juan Olaguibel porque
le resolvía el desconocimiento que tenia en torno a la correcta posición de los
brazos. Doña Helvia fue esposa del ingeniero Jorge Díaz Serrano, quien fuera
Director de Petróleos Mexicanos.
El resultado final….. el propio escultor
hizo de tripas corazón y le instaló a su bella estatua un taparrabo como signo
de una necia decisión presidencial con la esperanza de retirarlo cuando doña
Chole se hubiera ido de regreso a su casa a ponerle brasier a sus cotorras.
Entonces en México la sensación ya era
otra, nuestro querido y tranquilo país estaba en guerra, aunque como de
costumbre nuestra gente, lo serio, lo triste y lo peligrosamente rudo, lo toma
muy a la chacota.
Se tomaron medidas muy extremas. Se regaban
tachuelas en las calles para que los autos se pincharán y no circularan y no
consumieran llantas y combustible. Entonces los usuarios se las ingeniaron
instalando en sus defensas delanteras sendas escobas exactamente por enfrente
de sus ruedas delanteras evitando hasta donde se podia las ponchadas.
Se creó el ejército de reservas alistando
como voluntarios a los hombres que hacia mucho habían dejado los dieciocho años
de edad. Mi madre, mis hermanos y yo, nos asomábamos por los balcones de la
casa para ver a nuestro papacito, a mis tíos y hasta el abuelito que pasaban
una y otra vez haciendo sus ejercicios militares, aprendiendo el significado de
cada toque de corneta y practicando el paso de camino cargando un mauser
equipado con bayoneta y que de verdad era bastante pesadito.
Junto con nuestros familiares, también
veíamos a don Ramón el de la Botica, al señor Ascencio que nos entregaba la
leche, al dueño de la casa que nos cobraba puntualmente la renta y en general a
todos los personajes que habitábamos por esos rumbos. Nosotros, lejos de sentir
respeto guardando silenció, saludábamos a gritos a todos los que conocíamos con
el consabido coraje del Sargento que los instruía.
Por las noches, se hacían simulacros de
ataques antiaéreos. Se suspendía totalmente el servicio de energía eléctrica
dejando a la ciudad entera en plena y total oscuridad. Los autos y todo tipo de
vehículos no debían circular porque además no podían encender sus luces.
Entonces se organizaba la fiesta; todo
mundo a las azoteas, mientras veíamos entre las nubes las líneas de luz de los
reflectores antiaéreos que simulaban estar buscando a algún aeroplano, la raza,
como en las corridas de toros, comenzaba a cruzar frases que provocaban la risa
de los mas callados y así, durante una hora en que terminaba el simulacro y nos
reincorporábamos como los mas fieles radioescuchas disfrutando de programas
como "El que la hace...la paga" o al inolvidable "Crí - Crí, el
Grillito Cantor", "La Hora de los Aficionados", "El Colegio
del Amor" o "La Hora Íntima de Agustín Lara" que a veces no nos
dejaban oír porque tocaba y cantaba algunas canciones muy peligrosas.
Así, sobre ese tenor, se continuaron
sobrellevando todas esas exigencias y determinaciones en torno a la guerra que
por cierto ya había llegado a cinco años de duración, hasta que por fin
sucedieron las determinantes para finalizar el conflicto que tantas vidas ya
había costado, aparte de lo que significaba económicamente tantas barbaridades.
Por fin llegaba el esperado día, el
inolvidable 2 de septiembre de 1945 después de las temibles bombas atómicas del
6 y 9 de agosto en Hiroshima y en Nagasaki, de la muerte de Hitler y de
Mussolini y de la firma del rendimiento del Japón, se dio por terminada
oficialmente la terrible Segunda Guerra Mundial.
De cualquier modo el Presidente Ávila
Camacho ya había ordenado a su Secretario de Defensa, el ex presidente General
Lázaro Cárdenas del Río (1942-1945) la creación del Servicio Militar
Obligatorio que debía ser integrado por jóvenes varones de 18 años de edad y
que les obligaba a estar activos justamente un año para después dar paso a una
siguiente generación. El joven inscrito, recibía su identificación y control de
asistencias bajo el nombre de "Conscripto".
Al término de ese año de servicio, el Conscripto
recibía su Cartilla Militar como comprobación de haber cumplido íntegramente y
que debía resellar cada año para estar bajo control y al alcance de las
autoridades militares en caso de que así se requiriera. Ya terminada la guerra,
cuando finalizaba el mes de noviembre de aquel 1946. El país se encontraba
disfrutando de aquellos días en que todo mundo aprendía a valorar los tiempos
de paz. Quienes todavía no se recuperaban del todo eran los empresarios,
inversionistas y propietarios de muy diversas negociaciones y de una infinidad
de fábricas, laboratorios, agencias, instituciones, que por distintas razones
se vieron muy afectados por los efectos de la Guerra.
Yo recuerdo que mal la pasaron los miembros
de la familia de don Pablo Struck que por el hecho de llevar el apellido
alemán, como consecuencia de que el General Manuel Ávila Camacho, presidente de
la República años antes había declarado la guerra a Alemania, Italia y Japón,
ordenó se le incautara su prestigiado negocio, una gran ferretería que el había
creado y sostenido a base de una ejemplar y vertical disciplina y que además le
daba trabajo a mas de una docena de empleados jefes de familia y que de pronto
se quedaron sin trabajo.
La vida debía continuar, ya era el
tiempo de la paz, terminaba un importante ciclo en la historia de nuestro
querido país, nuestro entrañable México. También terminaba el larguísimo tiempo
de nuestros mandatarios militares, terminó el General de División Manuel Ávila
Camacho y heredaba el poder el abogado Miguel Alemán Valdés, veracruzano de
nacimiento, civil, con una distinta mentalidad para beneficio de un país que
necesitaba crecer, desarrollarse.
El presidente Miguel Alemán, tomó el mando
y apoyado en su gabinete integrado por personas muy al margen del militarismo,
comenzó a trabajar. Todos sabemos que logró una proyección muy diferente para
hacer crecer nuestra economía, progresar el campo, la agricultura y la
ganadería e inteligente apoyo a la industria en general.
Se sintió como que despertaba a un país
semi dormido, se notó el inicio de una nueva forma de desarrollo y vida. Todos
sabemos que Alemán logró que el país ejerciera una notoria y rápida superación
en muchas de sus áreas, también pudimos comprobar el gran impulso a la industria
a base de condonar cierto tipo de impuestos y también el gran apoyo para la
ejecución de grandes obras, como ejemplo, la Ciudad Universitaria, pero también
sabemos que el mismo y su gabinete en gran parte, estaba integrado por
especímenes muy duchos para enriquecerse en lo personal al grado que el
escándalo llego a dimensiones como para que al tal grupito se le llamara:
"Ali Baba y sus Cuarenta Ladrones" nombre inspirado en la película
que recién se había estrenado.
Total, que en seis años, el país creció y
se proyectó positivamente ante el mundo, pero rapidito los seis años de
gobierno se terminaron y arribó al mando el discreto presidente, también
veracruzano, don Adolfo Ruíz Cortines quien llegó a trabajar dentro de la mayor
austeridad y a pagar los platos rotos, pues el país cayó en una severa
inflación como consecuencia del desbocado dispendio que caracterizó al gobierno
alemanista.
No olvidamos ese Sábado de Gloria en que
nos desayunamos con la sorpresa Ruiz Cortinista de una nueva devaluación de $
8.65 a $ 12.50 consecuencia del desorden y voracidad del gobierno Alemanista y
que a la mayoría nos agarro como al Tigre de Santa Julia y seguirto tomando el
sol en esa entonces exclusiva playa de Caleta a un ladito del inolvidable Bum
Bum.
Don Adolfo Ruiz Cortines fue el presidente
a quien todavía le llego la resaca de los efectos de la tristemente inolvidable
Segunda Guerra Mundial. De ahí en adelante los demás presidentes ya no tuvieron
la presión de ese terrible fantasma pero casi todos, pudieron seguir ejerciendo
su absoluto mando, sus aciertos, sus errores y sus distintas formas de
acrecentar sus cuentas bancarias y su enorme lista de inversiones y
propiedades.
Esa consideración nos ofrece la seguridad
de que pertenecemos a un gran, gran, gran país que se llama México y que es y
ha sido capaz de soportar las acciones y determinaciones de nuestros
gobernantes que han sido a veces estúpidos, a veces demasiado listos pero casi
todos buenos para el mame.
Gracias por compartirnos un poquito del diario vivir de la historia de Mexico.
ResponderBorrar