Mi querido hermano me invitó para que
me encargara de proyectar y construir un stand que para participar en la
exposición que la Asociación de Piscineros de México montaba cada año para
exhibir las novedades en cuanto a los accesorios, productos y equipos en torno
a las piscinas que existen en la república y en algunos otros países. En ésta
ocasión el mencionado stand debía instalarse en el salón principal del Nuevo
Hotel Radison del Sur, allá por el rumbo de Perisur.
Como su empresa era puntera dentro de
las que integraban esa especialidad de tratamiento adecuado del agua de las
piscinas y de los equipos inherentes al caso, se presentía que el suyo iba a
ser de los stands mas visitados, por la cual le pusimos mucho empeño a su
presentación.
Asi fué que entre otras cosas se pensó
en construir una verdadera piscina transparente lo suficientemente grande para hacerla atractiva y lo
suficientemente chica para que pudiera caber en el espacio disponible y poder ser vista por cualquiera de sus
cuatro lados. El referido tanque,
tendría una capacidad de dos mil quinientos litros de agua.
Esa piscina debia ser semejante a una
gran pecera y constaría de sus cuatro laterales que perimetralmente formaban un
ractángulo y con su piso ó fondo, por lo que debia ser hecha a base de
cristales de tres cuartos de pulgada de grueso instalados en una estructura hecha con perfiles de aluminio con características resultantes de un previo cálculo
tomando en cuenta sus dimensiones y el peso y presión sobre los cristales provocada por esas
dos y media toneladas que pesaba el agua.
Dado el corto tiempo con el que
contábamos para armar el stand y
todos sus componentes, tuvimos que recurrir a prefabricar todo, tomando también
en cuenta las dimensiones de las puertas de servicio que dan acceso al hotel y
al gran salón. Por ello, en cuanto
a la referida piscina, tanto los cristales como la estructura, se introdujeron
sin problema y con la indispensable puntualidad.
Una vez armado el gran stand, pensamos
en algo que era definitivo: el tiempo disponible para el llenado del mencionado
tanque y en función de ello resolver el abastecimiento de agua para surtir 2,500
litros de agua en un tiempo muy limitado. Para eso se contrató una pipa
equipada con la bomba indicada y con larguísima manguera que llegara desde el
punto en donde se podia situar el vehículo hasta nuestro stand.
Yo, en lo personal, me sentía muy
satisfecho por el cuidado con el que pensamos en todos los detalles, seguros de
que no se nos estaba escapando nada.
Por fin, llegó el día de la apertura de
la importante exposición. Estaba programada para las 7.00 pm., y serían
importantes personajes del Gobierno de la Ciudad y del Gobierno Federal, asi
como distinguidos colegas de los Estados Unidos y otros países los encargados
de la declaratoria de inauguración.
Yo, en lo particular estaba de lo mas tranquilo
porque el stand ya terminado quedó muy atractivo. Los materiales y colores elegidos,
el efecto de las luces, las grandes fotografías, las proyecciones de las imagenes
en diferentes videos, la publicidad impresa distribuida por guapas edecanes en
traje de baño muy acordes con el ambiente en torno a las piscinas, en fin
simplemente todo perfecto.
Serían las 12.30 pm, cuando junto con
mi querido hermano y alguien mas de los participantes en semejante
responsabilidad decidimos acudir al comedor abierto de donde se desplanta una
monumental escalera semi helicoidal que lleva al nivel superior en donde se
encuentran los salones de fiestas y en ellos, la exposición.
Ordenamos nuestro muy merecido
aperitivo y algo de comer y procedimos a disfrutarlos con esa satisfacción de
haber cumplido con el importante compromiso en un mínimo de tiempo………cuando
sorpresivamente se escuchó allá en la parte alta un estruendo y una cálida ovación
semejante a cuando en el estadio sucede un gol ó la raza se ejecuta una buena “ola”.
Inmediatamente después, nosotros que estabamos abajo pudimos
ver que en la parte más alta de la escalera, hacía su graciosa presencia una
hermosa y bien nutrida catarata que espectacularmente comenzó a bajar desordenadamente
por los escalones hasta llegar a nuestras pantorrillas en el area del comedor.
Nosotros nos quedamos anonadados,
afortunadamente a la parte alta de los asientos no llegó el agua. Yo en lo
particular no sabía que hacer, tal vez gritar, aullar, subir, buscar ó encontrar
a quien preguntar que había sucedido???, ……acaso fue nuestra piscina???….sería
posible???
En los bajos de nuestra sala de
exposiciones, a un lado del comedor, se ubicaban unos salones para ejecutivos y
funcionarios de distintas empresas. En uno de ellos sesionaba un grupo de Rotary
Club; en otro un grupo de hombres de negocios pertenecientes a la empresa
Hickoc que salieron incrédulos de su salón en donde de pronto les cayó un aguacero sobre sus mesas de trabajo, de
sus papeles, portafolios, de su elegante ropa y descubiertas y mojadas calvas.
Vino a aumentar la angustia que ya
rayaba en una especie de agonía al haber visto que buena parte del agua que
obedeciendo a la fuerza de gravedad bajaba embarrándose en los muros en los que
estaban instaladas valiosísimas pinturas enmarcadas en finas y dorados maderas.
Después de las fuertes impresiones ya
descritas y en medio del infarto cardiac, abordamos la escalera y subimos en
contra de la corriente que todavía seguía buscando bajar abundante y
ruidosamente.
Por fin llegamos a la entrada del salón
e inmediatamente pudimos comprobar lo que ya nos imaginábamos……se trataba de nuestra
piscinita…..una de las edecanes gritaba y desesperadamente con sus manitas se
cubría ciertas partes de su cuerpecito pues la sorpresa y la fuerza del agua le
arrancó su diminuto bikini. Junto con el bikini se escaparon una serie de
objetos como un poster, un macetón sin planta, una planta sin macetón, un
zapato y algunas chacharas mas.
Al aproximarnos al stand no comprendía
por qué había sucedido eso si nuestra gran pecera lucía completa, sus cuatro
costados brillaban intensamente haciendo notar su integridad, pero un poco mas cerca
comprobamos que lo que ya no estaba presente era el fondo horizontal que estaba
en el suelo hecho pedazos semi ocultos por el faldón de tela que perimetralmente,
a modo de enaguas, cubría la estructura base.
Ya en plan de investigar
cual fue la razón de tan inesperado accidente, comprobamos que había fallado la
soldadura que ligaba a uno de los perfiles de aluminio con el resto de esa
estructura, y un poco mas tarde pudimos comprobar que la causa fue por la dilatación
de los metales provocada por el calor que generaron los dos reflectores que
iluminaban desde abajo ó tal vez porque el artesano que la construyó no hizo
uso del gas argón que es el indicado para soldar el aluminio.
Así fué que dado el tiempo que faltaba
para cortar el listón inaugural, inmediatamente organizamos las cuadrillas salvamento
y las de ataque para el desalojo del agua que no llegó a bajar escaleras abajo.
Llamamos de urgencia a una compañía que tenía los equipos adecuados para secar
a base de unas potentes aspiradoras, todo ello entre un incontable torrente
pero ahora no de agua, ahora se trataba de mentadas de madre de los ejecutivos
mojados, de algunos de los empleados del hotel, de los responsables de las costosísimas pinturas
que ahí estaban expuestas y
concesionadas para su venta y de algunos de los compañeros expositores que
lejos de compadecerse, nos echaron leña.
Pues después de la desesperada
angustia, llegó la hora del arribo de los especímenes gubernamentales, se les
recibió con el acostumbrado e inmerecido respeto, también llegaron las personas
invitadas a participar en la ceremonia de inauguración y todos ellos sonriendo
y ofreciendo su mejor ángulo para los fotógrafos probablemente no notaron que
la verde alfombra todavía estaba mojada y generaba burbujitas a la hora de
pisarla, especialmente a los personajes pasados de peso que afortunadamente por
el volumen de sus enormes barrigas no podían verse los zapatos.
Se llegó a comentar que el de Turismo
del D.F., se tuvo que retirar porque se le presentó una fuerte amigdalitis porque se mojo demasiado los pies
debido a que traía unos buenos agujeros en la suela de sus zapatos.
Como corolario de ésta húmeda historia
puedo referir que unos tres meses después, asistí al banquete que en ese mismo
salón se ofreció con motivo de la boda de uno de mis sobrinos y pude constatar que todavía la
alfombra humedecía las suelas de nuestros correspondientes cacles, dándonos la
oportunidad de lucirnos en los obligados resbalones en los pasitos de las
cumbias.
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