Corría el año de 1959, años atrás,
justo en 1955 yo había terminado mis estudios y me estaba haciendo pato para presentar
mi exámen profesional y además ya me quería casar.
Mi padre, hombre muy serio y de una
sola palabra me dijo muy terminantemente:
Mira hijo, si te quieres casar,...casate,
la chica que has legido para que sea tu esposa es una linda damita que
seguramente te va a hacer felíz, pero si tu no te recibes antes de ello, yo no
asistiré a tu boda y sabes que para mi eso significará una gran pena.
La determinación de mi padre era en
serio, así es que acudí a solicitor la concesión de examen profesional y
después de las gestiones de rigor, me
señalaron fecha, tema y asesor.
Se cumplió el plazo, me presenté,
afortunadamente aprobé por unanimidad y ya con la conciencia tranquila
comenzamos mi novia y yo a organizar todo lo del casorio.
Para esos días yo ya había montado mi
despacho y atendía a mis clientes y le daba curso al desarrollo de los
proyectos y las obras que afortunadamente me iban cayendo.
Un buen día, recibí la llamada
telefónica de un gran personaje, se trataba del señor Jorge Marrón, nada menos
que el Dr. IQ.; alguien me recomendó para atender su solicitud, se trataba de hacer
el proyecto arquitectónico y posteriormente la construcción de su casa.
Yo acudí a atender a mi nuevo cliente
quien vivía en un departamento del segundo piso de un edificio muy grande ubicado
en la calle de Obrero Mundial en
la Colonia Roma Sur.
Llegué puntual a la cita y así fue que
pude estrechar la mano de un personaje tan popular y tan estimado por el
público mexicano.
Don Jorge Marrón era muy gentil y aunque pareciera incredible mucho
muy tranquilo. El y su esposa a quien le llamaba Chatita me recibieron con mucha amenidad y desde nuestra primera conversación, sentimos una mutua
aceptación.
El proyecto arquitectónico de su casa
resultó ser una solución muy especial porque una parte muy importante de la
misma era el salón en donde el controlaba la extensa correspondencia que
constantemente recibía de su amplísimo público.
Ahí mismo, en ese salon, auxiliado por
un ayudante, creaba y organizaba sus constantes programas de preguntas y
respuestas, trabalenguas, acertijos y demás ocurrencias que regularmente
realizaba en distintas salas de cine ó de teatro en los que otorgaba un buen
número de premios en efectivo. Para ello, el se valía de sus enciclopedias, de
su basta cultura y de su incomparable memoria.
El Dr. IQ., no se podia equivocar. Por
su forma de ser, se desgastaba mucho durante el tiempo que dedicaba a la elaboración
del programa y más se desgastaba durante los sesenta minutos que duraba su
entretenido y educativo concurso.
Ya, para iniciar la construcción, recuerdo
la gran felicidad que significó para el y su esposa el detalle de colocar la
primera piedra de la cimentación de su nueva casa.
Cuando terminamos la construcción del
nuevo hogar del matrimonio Marrón, yo también terminaba con mi vida de soltero
celebrando mi boda con mi linda novia Cristina disfrutando
profundamente la compañía de mi familia y de mis amistades destacándose la presencia de mi ya para
entonces querido amigo Jorge Marrón, el Dr. IQ.
Don Jorge Marrón Erostarbe y su
respetable esposa vivieron felíces en su
casita que siempre lució como nueva por allá en Tacubaya, en la calle de
Ex Arzobispado muy cerca del Observatorio Nacional y hasta el ultimo día de su
vida.
Salud mi inolvidable… Jorge Servidor,….Marrón de Ustedes.
Que bonita historia!...y existe todavia la casa?...digo,solo soy curiosa.... :)
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