Aunque el acontecimiento de perder a un ser querido no es motivo de risa ni de oportunidad para hacer
bromas, voy a comentar lo que en una ocasión me sucedió con respecto a éste
doloroso trance.
Resulta que falleció la madrecita de un amigo pero por cosas que
suceden ó no suceden, yo me enteré hasta un buen número de horas después de que
habían dado parte del fallecimiento.
Cuando indagué en que funeraria estaba siendo velada la señora, me
dijeron que estaba por terminar la velación y a una hora de salir con rumbo al
Panteón. Se trataba del Panteón Francés
de la Piedad.
Entonces, procedí a avisarle a mi esposa, nos vestimos adecuadamente y
nos dirigimos al señalado cementerio.
Cuando arribamos, nos enteramos que el cortejo había llegado unos minutos
antes que nosotros. Ingresamos a la Capilla del Panteón por cierto, una
verdadera joya de la arquitectura Gótica y participamos de los responsos y
oraciones acostumbradas.
La hermosa Capilla Gótica
Al término de esa ceremonia, al salir de la capilla tuvimos la
oportunidad de abrazar a nuestro amigo y acompañarlo hasta el lugar en donde se
iba a sepultar a su madre muerta.
Ese proceso se llevó un determinado tiempo y cuando hubo concluído, en
una forma ordenada, nos formamos para abrazar nuevamente a los deudos
procurando ser de los últimos para poderlo hacer con calma y muy
entrañablemente.
Entonces, mi esposa y yo nos dirigimos caminando hacia la salida hasta
nuestro auto estacionado afuera del panteón.
Cuando llegamos a la entrada y estando nosotros todavía en el interior,
nos llamó la atención el tañir de la campana que se encuentra instalada en el pórtico
con la que normalmente anuncian la llegada de otro sepelio.
Eso nos obligó a detenernos para dar paso a la carroza que llegaba la
cual ingresó al area del patio de acceso seguida por un par de autos en los que
venían los familiares mas cercanos. De uno de ellos, descendió Marthita, una
querida amiga de mi esposa que hacía mucho no veía y que al vernos, se nos dejó
venir muy compungida y llorosa a abrazarnos y entre sollozos, nos agradecía que
hubiéramos asistido para acompañarla.
Después de desahogarse con intenso llanto, se dio cuenta de que ya habían
sacado de la carroza el féretro y solo esperaban que ella se acercara para
emprender la marcha hasta la capilla.
Así es que no hubo más remedio que sumarnos y ahí fuimos otra vez a
vivir la mismísima película.
Después de ese desconcertante encuentro y ya instalados por segunda vez
en una de las bancas del hermoso templo,
me animé a preguntarle a una viejecita que había quedado a mi lado: Perdone mamacita,
usted sabe de que murió la señora???…. a lo que me contestó un tanto molesta:…
no señor, pues que usted no sabe que el que murió fue Pepe su esposo della ???
Correspondiéndole con un:… usted perdone, no
sabía pero ahora ya lo sé y pués…. que descanse en paz Pepe.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario