En aquellos días en que se sentía el
impacto de la espantosa Segunda Guerra Mundial en la que Mexico se vio
seriamente involucrado por la declaración de guerra que el 22 de mayo de 1942
el Presidente Manuel Avila Camacho hizo al temible
"eje" integrado básicamente por Alemania, Italia y Japón.
El grave conflicto por el que México
tomo tal determinación fue provocado por los submarinos alemanes que se colaron
en el Golfo de México y hundieron seis barcos petroleros mexicanos: el Potrero
del Llano, el Faja de Oro, el Tuxpan, el Las Choapas, el Oaxaca, el Amatlán,
que abastecían del preciado oro negro a los Estados Unidos y a otros países.
Imborrables los recuerdos de aquellos
tiempos en que veíamos a nuestro padre, a los tíos, al profesor, al señor de la
tienda o al que vendía los billetes de lotería, al Doctor de la familia, al
panadero o al que llevaba a casa los bloques de hielo para la nevera de madera
de encino con interiores de lámina galvanizada que tiempo después seria
sustituida por los modernos refrigeradores, como marchaban de seis a ocho de la
mañana en las calles ya alistados en los grupos de reservas dependientes del
ejército mexicano.
Esas dramáticas emociones se
compensaban con el relajo que significaban los simulacros nocturnos de ataques
antiaéreos, pues invariablemente a las nueve de la noche se cancelaba
totalmente el suministro de energía eléctrica y solo se veían los rectos rayos
de luz provenientes de los grandes reflectores distribuidos en determinados
puntos de la ciudad ejercitandose en la búsqueda de aviones. Prohibidas las
linternas y hacer fogatas en las azoteas de las casas que era donde se
concentraban las familias.
Tiempos difíciles en que los Estados
Unidos suspendió la producción de autos y otro tipo de vehiculos a partir de
1942 y hasta después de 1945. Tambien se impuso la ley de un día de descanso
obligatorio a los propietarios de los vehiculos automotores por la necesidad de
economizar el hule.
Las damas recurrieron a dibujar una
línea en la parte posterior de sus pantorrillas para hacer sentir que llevaban
medias, todo ello por la escasez de la seda por la prioridad de fabricar
paracaídas.
Al mismo tiempo, mi señor padre llevaba
sobre sus espaldas la dirección de la Metalúrgica Mexico S.A. de C.V.,
importante planta que procesaba el acero fabricando para consumo de la
construcción una amplia variedad de diferentes perfiles y varilla corrugada de
acero de distintos diámetros.
Esta enorme planta estaba situada muy
cerca de la población de Cholula en el estado de Puebla y como a doscientos
metros de distancia de la carretera federal que corría de la ciudad de Puebla a
la ciudad de México.
En esos días se estaban sufriendo las
consecuencias de una intensa y larga huelga implantada por los poderosos
Sindicatos casi siempre manipulados por el malvado y petulante asesino Maximino
Avila Camacho, que en esa ocasión afectaba la producción de Petróleos Mexicanos
y se comenzaba a sentir la falta de sus diferentes combustibles. La referida
planta metalúrgica dependía en un cien por ciento del diesel y la escasez del
diesel comenzó a ser un verdadero problema en todo el país.
La planta contaba entre la flotilla de
vehículos a su servicio con una poderosa pipa marca Diamont con capacidad de
veinticinco mil litros y en tiempos normales, la surtía de combustible un par
de veces a la semana.
Mr. Churchill, Pipa marca Diamond modelo 1936.
(capacidad 25 mil litros de diésel)
Cuando la escasez ya era muy marcada,
la pipa tenia que formarse desde la noche anterior para que le surtieran sus
muy rogaditos veinticinco mil litros de diesel. En una de tantas cargas y dado que la restricción era cada
vez mas severa, el tiempo de espera se alargó al grado de que la pipa estuvo en
la cola dos noches y un día completo.
Así fue que en la planta se comenzó a
sentir la angustia de que los niveles de reserva del combustible hicieron sonar
la alarma provocando en el personal y en especial en mi padre un agudo y
desesperante sentimiento de
responsabilidad por los problemas que significaba que los hornos se apagaran,
el acero se enfriara y destemplara y fallaran en sus puntuales compromisos de
entrega a sus diferentes clientes.
Por fin, la pipa de la empresa que por
cierto era ampliamente conocida como MR. CHURCHILL, debido al nombre de tan
respetable personaje que llevaba pintado en su enorme defensa delantera, tomo
la carretera que le llevaba hasta el camino a la planta.
Al llegar al tramo que se desprendía de
la carretera para ingresar a los terrenos de la planta, la pipa falló y
simplemente se murió. Al recibir mi padre tan desagradable reporte, lo primero
que se le ocurrió fue llamar telefónicamente a un servicio de grúas que se
localizaban en Cholula pero de las dos unidades con que contaban, una estaba de servicio y la otra estaba
inmóvil precisamente por falta de combustible.
Entonces se recurrió a solicitar a
alguno de los camiones que normalmente se encontraban en el anden de carga y
desgraciadamente no había ninguno en ese momento.
El momento era critico y había que
encontrar una solución a la brevedad posible, por ello, mi padre discurrió,
provocando la risa burlona de los mecánicos que recibían la orden, que a base
de cadenas de fierro, amarraran la defensa trasera de su Packard 120 del año
1937 con la delantera de Mr. Churchill.
Mr. Packard modelo 1937, sedán de 4 puertas.
Cuando los amarres estuvieron
concluidos, le dijeron a mi padre, con la seguridad de que iba a fracasar, que
ya podía remolcar a la pipa. Mi padre tomo su lugar frente al volante, puso el
motor en marcha, desbocó un poco la máquina de sus poderosos 120 caballos y
esperanzado en su potente clutch y confiado en su fe y en su de propio corazón
que en algo tenia que influir para que su negro y elegante sedan de cuatro
puertas no le fuera a fallar..........y no le fallo, el automóvil comenzó a
moverse centímetro a centímetro, pero las ruedas traseras giraban resbalando
sobre la terracería por lo que pidió
a tres de los empleados que se pararan sobre la defensa trasera y así
fue que logró completar la primera vuelta en sus cuatro ruedas.
De ahi en adelante ya no hubo la duda
de si se iba a poder contar con el combustible. El potente Packard aunque con
gran esfuerzo y en medio de una verdadera nube de humo de su cluth que se
quemaba pero no se rajaba, se fue acercando al lugar donde se encontraba la
cisterna subterránea hasta llegar al punto preciso para hacer la operación de
la descarga.
A partir
de ese día, el auto de mi señor padre, fue bautizado como Mr. Packard y se
contaba la anécdota de que MR.
PACKARD, dio a MR. CHURCHILL la oportunidad de completar su hazaña de cumplir
con tan delicada tarea.
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